Hace varios meses, removiendo unos cajones con motivo de unas obras en mi casa, me encontré una carpeta con un trabajo sobre la desaparecida localidad de Talavera la Vieja que había realizado allá por el año 1981 cuando cursaba estudios de Magisterio.
Tras sacudir un poco el polvo de los folios que contenía el mismo, los ojee y me pareció que podría ser interesante compartir su contenido con aquellos amigos talaverinos y no talaverinos que siguen y leen este blog de "Tiétar: 50 años de historia", Por ello me puse a actualizarlo y a incluir algunas fotografías, - unas de mi archivo personal; otras facilitadas por amigos y algunas encontradas en Internet - que hicieran mas atractiva su lectura.
Resultado de lo anterior, es esta primera entrada, que os dejo a continuación, de los tres primeros epígrafes. Espero la disfrutéis. Un abrazo
TALAVERA
LA
VIEJA
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Autor: Juan José Pulido
Vega.
Cáceres, mayo de 1981
Í N D I C E:
01.- Introducción
02.- Situación geográfica.
03.- Los Mármoles
04.- Otros restos de interés
05.- Los cuadros del Greco
06.- La Iglesia
07.- Costumbres
08.- Fiestas populares: Las bodas
09.- Evacuación del pueblo
10.- Poesías de Pablo Fernández
01.- Introducción
02.- Situación geográfica.
03.- Los Mármoles
04.- Otros restos de interés
05.- Los cuadros del Greco
06.- La Iglesia
07.- Costumbres
08.- Fiestas populares: Las bodas
09.- Evacuación del pueblo
10.- Poesías de Pablo Fernández
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01.- INTRODUCCIÓN
Bajo
las aguas del río Tajo, en su recorrido entre las localidades de Peraleda de la
Mata y Bohonal de Ibor, se encuentran los restos de un pueblo lleno de historia.
Desde
el gran puente que une las orillas del río, ensanchado por el embalse de Valdecañas,
puede verse no muy lejos, cuando las aguas están bajas, restos de las paredes
de la Iglesia o de alguna casa derruida.
Para llegar a la orilla del embalse
es preciso acercarse a Bohonal de Ibor, seguir camino de Peraleda de San Román
y coger un desvío que atraviesa la finca denominada 'Las Fragüelas", hoy (año
1981) propiedad del torero Ángel Teruel y - en otros tiempos - de D. Álvaro
Díaz.
A no más de un centenar de metros, las únicas
paredes supervivientes se levantan orgullosas sobre las aguas. Fueron las que
se resistieron a caer; incluso las pesadas maquinas que se llevaron al pueblo con el fin de tumbarlas, tuvieron
que regresar a su lugar de origen sin haber logrado, con plenitud, su objetivo.
En
la orilla del río, las piedras medio bañadas por las aguas y esparcidas por el
suelo, acogen entre ellas, los huevos de los peces que “desovan",
descuidados de los escasos visitantes, siempre dispuestos a romper la monotonía
del lugar.
Cuando
se vacía el embalse, son muchos los
Talaverinos que se acercan a su pueblo, en ruinas, para -deambulando por las
destruidas calles- recordar vivencias,
rezar alguna oración por los antepasados que allí yacen, o ¿Quién sabe? dejar
caer alguna lágrima al recordar alguna vivencia pasada.
En mi búsqueda de datos, me acerque a Rosalejo, pueblo éste de los llamados de Colonización, en el que la mayoría de
sus habitantes son Talaverinos - nombre con el que ellos mismo se autodenominan – y donde se reubicó a la
mayor parte de la población expulsada de Talavera la Vieja.
En
esta localidad, Manolo y su mujer regentan un bar. Tenían aproximadamente 20
años cuando tuvieron que abandonar su pueblo. Ellos la denominan
Talaverilla. Conversamos largo rato. Rápidamente, casi sin preguntar, comienzan
a contar historias, leyendas y a describir sus innumerables costumbres.
Parece
ser - me decían - que los archivos del pueblo se encontraban muy repartidos. Se
conservan parte de ellos en Bohonal de Ibor; parte en Peraleda de San Román y
otros, de carácter más religiosos, en la Diócesis de Toledo, a la que
pertenecía el pueblo.
Me
cuentan que los visitantes, no muchos, llegaban al pueblo movidos, principalmente, por la curiosidad de ver los tres cuadros de "El
Greco" que el cura D. Julio, guardaba celosamente en su casa.
Destacaban
entre sus monumentos, la columnata, la muralla romanas y la iglesia, entre otros.
Talavera
la Vieja era en sí misma un documento histórico, un pueblo que durante
generaciones acogió en su seno civilizaciones tan lejanas en el tiempo como la
Cartaginesa, la Romana, la Árabe o la Medieval.
Fue
un pueblo destruidos varias veces y por diferentes motivos, lo que ha
dificultado su estudio por parte de los historiadores. Consecuencias de estas destrucciones son la desaparición
de restos, documentos y edificaciones. Sin embargo, no es justificación
suficiente para que un pueblo que conserva bajo las aguas del río Tajo restos
de columnas romanas, tumbas árabes, murallas,
inscripciones, vías, termas, cillas, puentes, un castillo, una iglesia
románica, monedas… no fuera explorado de
una forma responsable y con el interés histórico del que era merecedor.
Calle de Talaverilla
No
quisiera enjuiciar erróneamente el escaso interés que, desde mi punto de
vista, se tuvo por estudiar, restaurar y conservar estos restos. Quizás fueran varios
los factores a tener en cuenta para que se realizaran tan pocos estudios sobre
este pueblo. Por una lado, una población con un escaso desarrollo cultural, pasivo y rural, propio de la época, que desconocía el
valor real de aquellos restos arquitectónicos, usados en múltiples
ocasiones para cubrir sus necesidades básicas, como por ejemplo,
las columnas romanas que se utilizaron como pilares de las viviendas y que fueron
revestidas con lucidos de cemento. Por otro lado, me atrevo a decir, que existió
un gran desconocimiento de los historiadores y de las entidades provinciales competentes,
del valor cultural del lugar, lo que hizo que los estudios y las investigaciones
sobre el mismo, fueran casi inexistentes.
02.- SITUACION GEOGRÁFICA
Talavera
la Vieja se encontraba situada en la margen izquierda del río Tajo, entre los
pueblos de Bohonal de Ibor, Peraleda de San Román y Berrocalejo. Dista del
límite con la provincia de Toledo solo
varios kilómetros. Al norte, en la otra parte del río, está Guadalperal y, no
muy lejos, siguiendo el curso del río, se encuentra Peraleda de la Mata.
Situada
en la vía romana que unía Toledo con Mérida, procedente de Zaragoza, tiene al
sur el río Gualija que va a desembocar al río Tajo. Al sur de esta desembocadura
se encontraban los Baños de Alija. No muy lejos el Castillo del mismo nombre.
Siguiendo contra corriente el Gualija está la finca el Berrocal. Muy cerca de
ésta, había un puente que unía las orillas del río y por donde pasaba la calzada romana que llevaba, en esta dirección, a Toledo.
Al norte de
la desembocadura del río Gualija, a medio kilómetro, aproximadamente, terminaba
el camino de Los Molinos que unía el Tajo con Talaverilla, y en cuya
terminación parece ser existió una
Villa Romana.
El
camino de Gualija estaba situado entre el de Los Molinos y la calzada romana y
unía Talavera la Vieja con los baños de Alija. La distancia a los Baños desde
el pueblo era aproximadamente de 2 kilómetros.
Al
oeste del pueblo y camino de Bohonal de Ibor, casi paralela al río Tajo,
continuaba hacia Mérida, la calzada romana.
Existía
al norte del pueblo, junto al río, un gran acantilado - ocasionado por la
erosión de las aguas. Los habitantes del lugar dicen que era muy fuerte, pues
en pocos años aumentó en varios metros la pendiente.
Mapa actual de la zona
En
el centro del río existían algunas islas a las que se llegaba con barcas que
continuaban hasta la otra orilla donde estaba situada la finca "El
Guadalperal" propiedad del Duque de Peñaranda.
Continuando
con la búsqueda de datos o documentos que me pudieran resultar interesantes
para la realización de este trabajo, encontré un antiguo compañero de estudios
de bachillerato que me dijo poseer una copia de las relaciones topográficas de
los pueblos de España, entre los que se detallaban las características de
Talavera la Vieja.
Las
Relaciones Topográficas es una fuente documental para estudiar los pueblos de
los antiguos reinos de España, en el siglo XVI, entre ellos los de la entonces
denominada Provincia de Extremadura. Fueron catalogadas, contadas y agrupadas
por el padre Miguélez a comienzos del siglo XX.
Igualmente,
por el mismo compañero, me fue facilitada una copia de la crónica publicada en
el diario "Extremadura" de Cáceres el 29 de Enero de 1950, de la que
es autor D. Alfredo Reguera.
No
podemos dejar de pensar, una vez leídas estas copias, que Talavera la Vieja no
fue un pueblo más. Como decíamos al principio, fue un enclave lleno de historia. Siguiendo la recopilación
de datos y entrevistas con algunos de los que fueron sus habitantes, hemos
optado por dos de sus aspectos fundamentales:
Uno:
Lo artístico y cultural: Arquitectura, pintura, restos en general y
Dos:
Lo popular: Leyendas, historias, anécdotas, fiestas…
He
buscado, entre mis conocidos, a antiguos habitantes de Talaverilla que me aportaran datos sobre esas cuestiones y aunque han sido muchos los que, de
una u otra manera, han colaborado, destacan D. Javier Carbonero y D. Domingo
Manzano, por sus amplios conocimientos de la riqueza cultural de su pueblo, así como de sus
fiestas y costumbres.
En el desarrollo que a continuación se detalla,
se entremezclan datos de unos y otros. También se recogen algunas definiciones
dadas por enciclopedias, libros y otros textos que hablan de Talaverilla.
03.- L0S MÁRMOLES
"Excepcional
es la elegantísima columnata de Talavera la Vieja pórtico de templo o edificio
público, cuyas columnas de más de un metro de diámetro, cobran esbeltez por la
enorme altura, radicando su mayor importancia en el empleo conjunto del arco y
de la construcción arquitrabada, que los romanos aprendieron de los
griegos” - Conde de Canilleros –
Los
Mármoles, que así denominan los Talaverinos a la columnata romana, parece ser
que son restos de un edificio público.
Frente
a las seis columnas de gran tamaño se levantaban los asientos en forma
semicircular, similar al Cávea o Graderío de los teatros romanos. Estos
asientos, en su parte trasera, eran sujetados por columnas de menor tamaño. La
distancia entre lo que parecía una escena y las columnas que sujetaban el Graderío
oscilaba entre 25 y 30 metros.
La columnata romana
en su antiguo (arriba) y en el actual (abajo) enclave
Según
la descripción del escribano José Díaz, existían en 1578 seis columnas
ochavadas con un arco de medio punto. La altura, nos dice, es de seis estados.
Sin embargo, actualmente puede comprobarse que no son seis sino siete los
estados que componen cada columna, además de la base y del capitel.
Nos
describe, igualmente, otras tres columnas de iguales características aunque de
distintas dimensiones, situadas a unos 15 o 20 metros de las anteriores. Estas
serian las que sujetaban el Graderío.
Se
encuentran las seis columnas levantadas sobre un lateral de una planta
rectangular, casi cuadrada, formando un basamento con un solo acceso y que se
encuentra entre las dos columnas centrales. Las esquinas, tanto del
arquitrabado como del basamento, están toscamente labradas.
Las
estrías de las columnas estaban decoradas con azulejos o cerámica de diversos
colores, restos que han podido verse hasta no hace mucho tiempo. Fue esta
brillantez, ocasionada por los azulejos, la que dio origen a la denominación de
"LOS MÁRMOLES". Parece ser que este tipo de decoración era de origen Corintio.
Augustóbriga
se encontraba en la vía romana que unía Zaragoza, Toledo y Mérida. Es posible
que, debido a la situación inmejorable que
tenía el lugar, los romanos acampasen en sus viajes, junto a la orilla del rio.
Parece ser que el crecimiento de este campamento, convertido en permanente, dio
origen a la ciudad de Augustóbriga.
Es
igualmente significativo el hecho de que en el mismo lugar ya había existido otra
ciudad, cartaginesa, y destruida por causas desconocidas, que se llamó Évora la
Carpetana. Se supone que la buena
situación geográfica y posible aprovechamiento de los restos de las
construcciones anteriores, dieron origen a la ciudad romana.
Hasta
hace 20 o 25 años se ha podido leer en una piedra grabada y situada en la
iglesia la siguiente inscripción: "A Cayo Tulio hijo predilecto del senado
de Augustóbriga" ¿Fue Augustóbriga
ciudad con Senado propio? Ahí está la inscripción.
Nos
afirma Javier Carbonero, sin lugar a duda uno de los mejores conocedores de
Talaverilla, que poseía la ciudad un Foro, lugar éste donde se levantaban Los Mármoles.
Parece
ser, nos cuenta, que bajo las seis columnas se colocaban las autoridades
romanas y en el Graderío, el pueblo. Allí
se discutían los problemas y se daban soluciones a los mismos.
Otras dos fotografías de Los Mármoles,
en su antiguo (arriba) y en su nuevo emplazamiento (abajo)
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