En aquellos primeros años en Tiétar, los chavales no disponíamos de muchos lugares en el pueblo donde comprar chucherías. Creo recordar que sólamente podías adquirirlas en el tenderete del tío Camuñas, a donde íbamos prestos, todos los domingos, en cuanto recibíamos nuestra escasa y merecidísima paga.
¡Un cucurucho de chochos, tío Camuñas! Exclamábamos.
Los que no sepan que eran los "chochos", que sigan leyendo. Lo descubrirán.
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