2020-01-10

RECUERDOS DE TALAVERA LA VIEJA (Parte 2ª)


    04.- OTROS RESTOS DE INTERÉS

     Detrás del Graderío, había una cárcel subterránea a la que se descendía por unas escaleras. Fue en tiempos de los Romanos una CILLA, cuyo único fin era el de almacenar grano. En tiempos de los árabes se destruyó en gran parte y fue cárcel en épocas posteriores.



                                           Dos perspectivas de La Cilla o Templo de Diana
            
  
     No muy lejos de la columnata romana, existían unas termas a las que algún historiador ha comparado con las de Caracalla, en Roma. El agua era elevada del Tajo mediante una gran noria. 

     El agua, puramente medicinal, era transportada desde un lugar denominado Baños de Alija y en el que D. José Lozoya médico comandante, D. Isaac Pastrana, natural de Navalenguas y casado con la hija del Teniente del Ejército, D. Juan Arroyo y éste, construyeron los baños. Era, igualmente, propietario de la finca, D. Francisco Arroyo, actualmente residente en Rosalejo. Allí se curaba el herpes, enfermedades de la piel, reumas, enfermedades de la vista etc. 

      Nos cuenta tío Domingo, que es como se le conoce en el pueblo, a D. Domingo Manzano, que en 1940 cada baño costaba 5 pesetas. En 1950 la carestía de la vida elevó el importe a 10 Pesetas. 

     De construcción romana, al igual que la Cilla y las Termas, era la Muralla que rodeaba la ciudad por la parte sur. Al parecer eran dos murallas y no una como se cree. Estas se prolongaban a lo largo de un kilómetro y medio aproximadamente y estaban construidas de piedra y argamasa.

     En el año 1952, con motivo de unas obras en un lugar junto al río Tajo a 2 Km., aproximadamente, de Talavera la Vieja y donde el camino de Los Molinos se unía al río, se encontraron tres bustos en mármol de Carrara blancos. Eran de un hombre; una mujer y un niño, romanos. Al parecer hubo en este lugar, por los restos aquí hallados, una Villa Romana.
   
    En la fecha en que realicé este trabajo, año 1981, tío Domingo desconocía el paradero de estos bustos, hoy sabemos que cuando el pueblo desapareció bajo las aguas del pantano, los bustos, más el fragmento de una placa de unos 40 cm. con una inscripción honorífica que hace referencia al Senado de Augustóbriga, permanecieron en manos privadas, hasta que en 1994 fueron requisadas por inspectores del Grupo de Delitos contra el Patrimonio Histórico de la Policía Nacional y trasladas a Madrid, al Museo Arqueológico Nacional; momento este, en el que la Junta de Extremadura inició el expediente de retorno que culminó, con éxito, 20 años más tarde. Así fue como en el año 2014 dichas piezas fueron devueltas a Extremadura; encontrándose en la actualidad en la sala dedicada a Roma del Museo de Cáceres, lugar donde también se encuentran depositados otros objetos de Talaverilla como son un ajuar de oro, plata y bronce de los S.VII – VI a.d.C.

Bustos y fragmento de la placa, romanos, de Talaverilla

  Bustos romanos de hombre, niño y mujer de Talaverilla


Se conservan, igualmente, restos de la calzada romana que unía Toledo y Mérida, por la zona que los Talaverinos denominan Los Berrocales y en dirección el Puente del Conde.

Nos cuenta Javier Carbonero, como este mismo varano (año 1981) en una visita que realizó al pueblo, tras el vaciado del embalse, pudo ver columnas romanas entre las ruinas da las casas que habían sido utilizadas como soportes en la construcción de viviendas y lucidas lateralmente formando paredes.

Otro resto digno de consideración es la columna que forma la Picota o Rollo, donde en épocas anteriores se exponían a la vergüenza pública a los maleantes  o criminales.

Este rollo se encuentra actualmente en la localidad de Rosalejo. En la parta superior tiene cuatro salientes que era de donde se colgaba a los condenados. La base es cuadrada y en forma escalonada.
   
El rollo de Talaverilla

                                                          


 Parece ser que esta Picota data de la época da Carlos II o Carlos III.

Talavera la Vieja ha tenido cuatro nombres y, según cuentan los habitantes, otras tantas destrucciones. Primero se llamó Évora la Carpetana, posteriormente,  Augustóbriga; Villa Dorada en tiempos de los árabes y a partir de  1500, aproximadamente, Talavera la Vieja, nombre con el que ha permanecido hasta hace unos 25 años en que fue cubierta por las aguas del embalse de Valdecañas.

Pozo y pila romana
                                                     

Sobre las destrucciones de que fue objeto no se tienen datos concretos. Al parecer una de las veces fue destruida por las termitas.  La última por al agua. Las dos restantes, opinan alguno que por abandono de sus habitantes; por guerras, opinan otros; hay quien sostiene que fueron también las termitas.

Tío Domingo, sentado en la puerta de su casa, mientras teje una red de pescar con gran habilidad y maestría, nos cuenta más cosas. No es necesario preguntarle nada. Nos habla de un túnel que había debajo de la casa de su padre. Cabía una persona a gatas. Él intentó varias veces buscar el final. No pudo, era largo y oscuro. Sentía miedo. Siempre regresaba sin haber logrado su objetivo. Existían otros dos - nos sigue contando - en casas de respectivos vecinos. Todos ellos iban dirigidos hacia el río. Opina que debían ser restos de desagües o vertederos de otros tiempos.

Pocos años antes de la evacuación, un grupo de arqueólogos, entro ellos un tal Monteagudo, hicieron excavaciones junto a la torre de la iglesia y en otros lugares del pueblo. Descubrieron una habitación en una de cuyas paredes había pintada una copa con tapadera de poco más de medio metro de alta y de varios colores. Junto a Los Mármoles se encontraron monedas de cobre. Ya antes las habían encontrado los vecinos y vendido a chatarreros que pasaban por Talaverilla.

Unas veces por los vecinos y otras por los arqueólogos, el caso es que los descubrimientos fueron numerosos. Cerca de la cuesta de Los Caños se hallaron restos de un cementerio al parecer, moro, pues fueron varios los anillos que se encontraron, también aparecieron tumbas de piedras con manos y pies grabados en las losas. No muy lejos del Castillo de Alija - muy derruido - se halló una cueva con pinturas en franjas de colores azules y amarillos.

En otro lugar, La Poveda, a unos 8 kilómetros de Talaverilla, se encontraron tumbas de forma casi rectangular, algunas de las cuales fueron utilizadas como bebederos para los animales.

Nos cuenta Tío Domingo, que él mismo, encontró restos de cadáveres en un lugar llamado "Las Cuadras". Se encontraron también, en las excavaciones junto a la iglesia, dentaduras en casi perfecto estado. Otros restos moros fueron hallados junto a la Peña Flor, en dirección a Berrocalejo.

En las casas particulares fueron descubiertos pozos hasta entonces desconocidos por los propios  habitantes de las mismas.

                  
Baños de las Cuadras



05.- LOS CUADROS DEL GRECO

Cuenta la leyenda que una de las aventuras amorosas que tuvo El Greco durante su estancia en Toledo, fue con una bella moza, se supone, natural de Talavera la Vieja y que por aquellos tiempos servía de doncella en alguna casa da la capital toledana.

Desconocen los Talaverinos,  portadores de esta leyenda,  si la mencionada moza era, novia, esposa o amante del pintor. Fue con motivo de la relación entre ambos como surgió, por parte de ella, la idea de hacer una petición a su compañero de amoríos, cual fue la de regalar a la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen, en Talavera la Vieja, alguno de los cuadros pintados por El. La idea no le debió parecer descabellada, accediendo a efectuar el regalo. Fue así como donó tres de sus cuadros a dicha cofradía.

Alejada de esta leyenda, está la versión oficial, que afirma que en Talavera la Vieja, localidad  a 200 Km. de Toledo, conocían  la fama del Greco como pintor y retablista, quien había creado un taller en dicha ciudad, especializado en cuadros de devoción y en retablos.

 Sería la cofradía de nuestra señora del Rosario la que le encargaría un retablo para la iglesia parroquial de San Andrés. El contrato comprendía, la arquitectura, una imagen escultórica y tres lienzos. Costó el encargo unos 300 ducados, precio este muy por debajo de lo que el pintor cobraba en aquellos tiempos; rebaja hecha, al parecer, por la amistad que el Greco tenía con el platero, Lorenzo Marqués, hermano del cura del pueblo. No obstante, parece ser que aunque en el contrato de obra quedaba estipulado como debía ser el retablo, con dimensiones, personajes y precio, las pinturas no concuerdan con lo que se fijó. El Greco dispuso otros santos

Estos fueron titulados: La Virgen del Carmen o La Coronación de la Virgen del Carmen; San Pedro y San Andrés.

Fuera esta o no la forma de llegar a Talaverilla las valiosas pinturas, lo cierto es que allí estuvieron y allí pudieron ser contempladas por sus habitantes durante muchos años, siempre bajo la atenta observancia de algunos visitantes de no muy ortodoxos propósitos.

Los  cuadros, orgullo de la cofradía, estaban expuestos en la Iglesia de San Andrés, antes patrón de la localidad. Durante la Guerra Civil Española, en el año 36 y con motivo de los muchos saqueos que se llevaron a cabo en las diversas iglesias de los pueblos, se quemó el retablo, con preciosas tallas, que se encontraba en la iglesia. Los cuadros fueron respetados. Parece ser que gracias a la intervención personal del sacerdote del pueblo, D. Julio. Fueron llevados al Ayuntamiento. Se les quitaron los marcos, Se enrollaron y, envueltos, se guardaron celosamente.
            
                                                                       Los cuadros del Greco 

Alguien, no se sabe quien, miembro de la corporación tal vez, se los entregó a D. Alfredo Reguera, médico del lugar y padre de D. Alfredo Reguera Arroyo, 

D. Alfredo los conservó, pues eran de la Cofradía y no de la  iglesia, hasta que hizo entrega de los mismos a D. Julio Del Prado Arroyo, primo hermano de su esposa y párroco del pueblo, al que se le encomendó la tutela de los cuadros en nombre de la Cofradía.

El párroco los colocó en los marcos y los expuso en su casa, pues al parecer la iglesia no cumplía las condiciones mínimas de seguridad. De esta manera conservó y cuidó las obras durante varios años.

El Duque de Peñaranda y Conde de Montijo, conocedor del incalculable valor de los cuadros,  ofreció a los Talaverinos  la construcción de un puente a cambio de aquellos. Este puente tenía como finalidad acortar en varios kilómetros el recorrido que desde Talaverilla había hasta centros de población mas importantes como por ejemplo Navalmoral de la Mata, pues la vuelta era grande y la necesidad del puente evidente.

Ante esta oferta, el pueblo no reaccionó de forma negativa, pues desconocía el valor de aquellas obras y veía más necesario la construcción del puente que la posesión de unos marcos con pinturas que a un gran número de habitantes no les decía ni tampoco nada, salvo raras excepciones. Como es lógico una de estas excepciones fue la iglesia, que se opuso de forma tajante y que poco a poco, casi sin darse cuenta el pueblo, se había ido adueñando de los cuadros. Mientras esto sucedía se les realizó a las obras una restauración. 

Muere D. Julio a causa de una explosión de unos bidones de gasolina en su corral y le sustituye como párroco D. Daniel García Canoras. Los cuadros son llevados al museo del Prado. En este traslado jugó un importante papel D. Plan y Daniel, Arzobispo de Toledo y Cardenal Primado de las Españas, que tomó cartas en el asunto, ya que Talavera la Vieja pertenecía a la Diócesis de Toledo, razón esta que justificaba la intervención del arzobispado, al menos ante las autoridades provinciales. En Madrid estuvieron expuestos sobre los años 50 y después devueltos a Toledo donde formaron parte del grupo de pinturas de la Catedral.

Me contaba, el que fue el último alcalde de Talavera la Vieja, El Sr. Emiliano, como algunos años antes de la evacuación se recibieron visitas de personas cuyo único objetivo eran los cuadros. Debido a la situación económica deficitaria del ayuntamiento estudiaron la posibilidad de vender las obras, para con el dinero recibido a cambio, poder realizar las mejoras pertinentes de que estuviera a falta la población.

La idea no parece ser que naciera del ayuntamiento, sino de esos visitantes, según algunos, extranjeros, que llegaran al pueblo en lujosos vehículos.  Recuerda el Sr. Emiliano, como un día al montar en uno de ellos, se hundió en los esponjosos asientos del coche, que ya en aquellos tiempos, tras pulsar un botón, se elevaba del suelo. En el “lujoso caballo” iba la comisión encabezada por él. Su objetivo era conseguir el correspondiente permiso del arzobispado para la venta de las obras. La respuesta fue algún puñetazo que otro en la pequeña mesa que D. Pla y Daniel poseía en el rincón de su desnudo despacho y unas cuantas voces de rotunda negativa dirigidas, fundamentalmente, al cura párroco de Talaverilla, que formaba parte del grupo.

Cuando me enteré, contaba el Sr. Emiliano, que el precio de venta eran 12 millones de pesetas, comprendí el enfado cardenalicio. Fue a partir de entonces cuando al arzobispo, se supone, ordenó al traslado de las pinturas al Museo del Prado para su restauración.

La pregunta que los habitantes del pueblo se hacían era ¿Por qué se adueñó la iglesia de algo que era propiedad de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen? ¿Fueron cedidos por la Cofradía o por alguno de sus miembros, a la parroquia?  ¿Era justo que estuvieran en Toledo y no en Cáceres?  Estas y otras muchas preguntas se quedaban una y otra vez sin respuestas convincentes.

En el año 1994, tras arduas gestiones de la Junta de Extremadura, se trajeran a Extremadura y están depositadas en el Monasterio de Guadalupe.
     

       

         06.- LA IGLESIA
  
Uno de los monumentos mejor conservados hasta la evacuación, fue la iglesia. Estaba dividida en tres naves, separadas por columnas - tres a cada lado-  de las cuales la central era la más grande.  La techumbre era plana y de madera  artesanada.  En la parte posterior se encontraba el Coro con una hermosa barandilla de madera tallada. El largo de la iglesia era de 25 a 30 metros. Las seis columnas que separaban las naves eran lisas, compuestas de basa, fuste y capitel. 

                                   
                           
                                              

         Detalles del desaparecido retablo de la Iglesia de San Andrés en Talavera la Vieja


El púlpito se encontraba a la izquierda del altar y estaba sujetado por columnas romanas.

La cabecera estaba formada por tres ábsides, estando colocado el altar en el central. Éstos estaban cubiertos por tres grandes  bóvedas de crucería de las que sobresalía en tamaño y belleza la central. El vértice que en el centro unía las aristas estaba formado por una piedra  exagonal.

La cabecera se encontraba en un nivel superior al resto de la iglesia y al que se ascendía por unas pequeñas escaleras.
                     
                         
   
Procesión de San Agustín

                                      
Iglesia de San Andrés

                                                            

El exterior de la Iglesia era de construcción sólida. La nave central tenía doble vertiente, mientras que las laterales tenían una sola vertiente cada una. Adosados a los muros estaban los contrafuertes, en varios de los cuales descansaban las bóvedas de la cabecera. A la derecha de la iglesia y separada de ella se encontraba la torre.

El pórtico de la entrada era al igual que la iglesia, de características románicas. Estaba dividida en dos grandes puertas de madera en una de las cuales, la de la izquierda, se abría la de entrada a la iglesia. Estaban decoradas con clavos sobre rosas de acero. Las columnas laterales sujetaban varios arcos superpuestos que cubrían la entrada y que se apuntaban un poco en su parte central.

Algunas de las partes de esta iglesia fueron trasladadas a Talavera de la Reina, lugar donde pueden visitarse quien así lo desee.              
                       

No hay comentarios:

Publicar un comentario